sábado, 22 de junio de 2013

PERIÓDICOS


Takashi Murakami,
My arms and legs rot off and though my blood rushes forth,
the tranquility of my heart shall be prized above all. 

Habían estado pintando las paredes de mi casa y todo el piso seguía cubierto de periódicos. Apenas entré, me llené de una rabia casi incontrolable. No aguantaba más. Quería volver a la tranquilidad de mi hogar; a esa casa donde se podía caminar dignamente.

Como la rabia trae memorias aleatorias, en ese momento recordé que un amigo de la universidad decía que ver periódicos regados por el piso creaba un ambiente poético. Decía que las cosas más simples de la vida podían estar cargadas de una fuerza artística insuperable. Pero, para hablar con toda la sinceridad del mundo, yo no le veía nada de poético a eso. Yo sólo veía un montón de reguero tirado por el piso.

Ese día, cuando empecé a caminar por todo el reguero, descubrí que uno de los periódicos tenía una foto gigantesca de Julio Sanchez Cristo, ese periodista tan desagradable que hizo que mi amor por la radio se desvaneciera en las nubes. Miré a mi alrededor -cerciorándome de que no hubiera nadie como testigo- y empecé a caminar tranquilamente por encima de la cara de Julio (o Julito, como le dicen los que les gusta su horrible emisora). Poco a poco le fui pisando la cara con más y más fuerza hasta dejarle la calva repleta de barro, porque mis botas Caterpillar siempre están  llenas de barro. Me pasé como media hora pisándole la calvicie al reconocidísimo periodista.

Cuando me percaté de que llevaba más de treinta minutos haciendo eso, me dije a mí mismo: “Debo estar como loco o algo…porque esto no es normal”. Pero seguí pisando el periódico como si no tuviera nada más para hacer en todo el día. Entonces, de repente, descubrí que mi amigo tenía toda la razón. Como si fuera una epifanía, descubrí que sí era bastante poético tener un montón de periódicos regados por el piso. Pero lo más importante es que descubrí que uno nunca puede subestimar las cosas que están por ahí regadas e ir diciendo (como si uno se las supiera todas): “Yo no le veo nada de poético a eso”, y todo ese tipo de bobadas que uno dice cuando está de mal humor.

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